La paz en Colombia en el contexto latinoamericano


En el concierto de los intereses del mercado que desarrolla el modelo económico capitalista y  la tensión que genera la construcción de una paz estable y duradera en Colombia, avanzan los diálogos de paz entre el Gobierno y las Farc-EP, y el país se apresta para la suscripción del cese bilateral del  fuego y la terminación del conflicto armado. En el ambiente político latinoamericano que rodea la realidad nacional y los procesos de paz, para bajar el riesgo en materia de seguridad y blindar el proceso es importante considerar las interpretaciones y visiones alternas a la forma como el juego político tradicional invierte y pone a su servicio el ascenso de las propuestas contraimperialistas, mediante el desarrollo de instrumentos jurídicos y políticos sutiles de destrucción de la confianza y la credibilidad en la posibilidad de gobiernos que trabajen por la desconcentración de la riqueza y la redistribución de los bienes sociales como premisa de una justicia equitativa, y por una nueva configuración de los ejes angulares de la educación que requieren considerar nuevos modelos epistemológicos acordes con la cultura de paz. Al respecto, la investigadora Ana Esther Ceceña en conferencia dictada en el xii Encuentro de la Red de Intelectuales, Artistas y Movimientos Sociales en Defensa de la Humanidad, realizado entre el 8 y el 14 de abril de este año, en Venezuela, advirtió:
El foco de las embestidas imperiales, utilizando hoy como principal mecanismo la guerra económica, está en Venezuela, nación que constituye la base fundamental para la integración, para la soberanía y para la autodeterminación y que es ejemplo para la región y el continente (…) Estados Unidos sin América Latina, sin los recursos, sin las fuerzas vitales de nuestros pueblos no puede mantener su hegemonía en el planeta. En ese marco se visibiliza una nueva estrategia del poder internacional, liderado por los Estados Unidos, para derrocar gobiernos considerados ilegítimos, para destruir el ascenso democrático y progresista, mediante la aplicación de la metodología de seguridad frente al enemigo ideológico, con los denominados por Joseph Nye como golpes blandos o power soft, muertes políticas y jurídicas de los gobernantes y líderes de izquierda, que aplicados sistemáticamente en el tiempo debilitan la sostenibilidad económica y política de un país.
Dicha práctica es correlativa al desarrollo de la teoría del filósofo norteamericano Gene Sharp (2011) sobre planificación y estrategias de fuerza no violentas, que se desatan contra esos gobiernos desde la oposición de manera permanente y sistemática, con intervenciones psicológicas, sociales, económicas y políticas, pues según este autor el fin es cómo evitar que una dictadura se establezca y cómo destruirla, confrontándola con firmeza, para lo cual hay que fortalecer y organizar los grupos sociales para la resistencia y la liberación (p. 8).1
Los medios de comunicación y las tecnologías de la información y la comunicación son usados aquí como recursos potentes para el debilitamiento mediático de los pilares que sostienen el poder; para minar la legitimidad basada en el apoyo popular e institucional; para persuadir a la sociedad sobre la necesidad de retirarles el apoyo a los gobiernos que no comulgan con sus ideologías y, en consecuencia, para llevar a los pueblos al convencimiento que es necesario derrocarlos por las vías legales, pues sostenerlos resulta inconveniente para la economía y la justicia social.
Esa estrategia de guerra ha cobrado víctimas en países como Honduras y Paraguay, y por etapas de forma gradual y calculada, como se percibe con los gobernantes de Venezuela y Brasil. Una nueva técnica del poder que se desarrolla cautelosamente dentro de las propias estructuras de los países, con instrumentos de poder jurídico y político aplicados mediante juicios públicos por indignidad moral (corrupción) que destruyen al enemigo político, destituyéndolos de sus cargos. Vale la pena resaltar la importancia de revisar el papel del Sistema Interamericano de Derechos Humanos frente a estas nuevas formas de eliminar las decisiones políticas de elección popular y su carácter democrático.

En este escenario de contrastes e incertidumbre sobre la proyección política de Latinoamérica, la firma del cese bilateral del fuego y del acuerdo final que se esperan como resultado de los diálogos de paz de La Habana, son acontecimientos extraordinarios en la vida de este país que ha visto cómo la política de violencia impuesta desde el Estado se ha convertido en una forma de dirimir los conflictos. En ese contexto es muy complejo desligar el proceso de paz y su materialización de los intereses económicos que convergen en determinados estilos de democracia desarrollista, extractivista, y el auge de la economía ilegal, que progresan articulados a proyectos educativos que fragmentan la realidad e impiden contextualizar los diversos aspectos que configuran el estado de cosas, propio de una economía anclada en el crecimiento y la competitividad individual, sin tener en cuenta los valores de solidaridad, pluralidad y participación que definen las democracias contemporáneas.
El modelo educativo que se proyecta está fundamentado en las políticas de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), de ahí que su esquema esté basado en competencias individualistas como el programa Ser Pilo Paga, olvidando que la construcción de valores y de aptitudes para la paz debe ser el centro de incidencia, así como la importancia de los lugares como espacios de construcción de relaciones sociales. Es desde la educación como los ciudadanos aprendemos a comprender las estrategias de destrucción de proyectos comunitarios de vida en beneficio de intereses económicos internacionales; a dimensionar la geografía más allá de la simple descripción del territorio y empezar a visualizarla como instrumento pedagógico necesario para entender cómo la superación de las violencias políticas solo es posible si se identifican y traslapan los factores económicos y políticos que se ocultan en los nuevos paisajes, que ordenan los territorios en beneficio del crecimiento de los modelos económicos propios de la globalización neoliberal.
Para construir la paz se requiere, entonces, modelos pedagógicos que den cuenta de la memoria; de relatos diversos que se debaten entre las prácticas que han configurado subjetividades de resistencia
educativa, comunitaria y política en espacios concretos, para no dejar perder sentidos de vida en medio de las prácticas de guerra insertas en el poder colonial que pervive y se manifiesta, entre otras, en la desaparición forzada, en el desplazamiento, en el exilio, en la violencia sexual, en el desalojo, en la destrucción de procesos sociales y políticos, en la persecución a la oposición política, en la descampesinizacion y en la desarticulación entre procesos indígenas, afros y del pueblo rom; procesos de memoria que exigen enfrentar de manera simultánea la gestión propia de la acumulación y concentración del poder político y económico que determina nuevos reordenamientos, usos y controles de los territorios, sin considerar los impactos urbanos que expresan esa realidad y los desafíos por sobrevivir en medios hostiles.
Hoy se requiere mayor compromiso en la reflexión sobre nuestra práctica educativa y nuestras culturas, desde la capacidad de leer y analizar en simultaneidad la realidad, de producir colectivamente conocimientos sobre contextos que nos permitan situarnos en relaciones horizontales, de articular esfuerzos y enfrentar las estrategias del poder del enemigo interno que ha permeado todas las instancias, de construir confianza y solidaridad para lograr una efectiva y radical construcción de la democracia. Para lo anterior es importante desarrollar procesos intra e interuniversitarios que desarrollen epistemologías comprometidas con la construcción de pedagogías de paz, que atraviesen los proyectos educativos institucionales y pongan la educación al servicio de la cooperación y la innovación equitativa y redistributiva de la justicia social.
Los artículos que Criterio Jurídico Garantista recoge en esta edición van en cierta forma y desde distintas ópticas en la anterior dirección, es decir, en la línea de alertar sobre las diferentes estrategias de las que se ha valido y se vale el poder económico para invisibilizar el germen real de las distintas violencias que han sometido por siglos a los pueblos latinoamericanos y caribeños.
Álvaro René Garcés en su estudio sobre los desafíos de los ordenamientos territoriales en Colombia
pretende generar una reflexión acerca de la manera en que estos, bien como política estatal o como ejercicio de poder, producen tensiones y conflictos en el sur del país, concretamente en los territorios de las comunidades indígenas, negras y campesinas, a pesar de las normas internas e internacionales que reconocen la autonomía y los derechos étnicos de estas comunidades sobre sus propios territorios mostrar la necesidad de reactivar a partir de ejercicios comunitarios de memoria social, los relatos orales, y a partir de ellos evidenciar la necesidad de construir nuevos espacios políticos y de inclusión, propósito que cobra mayor importancia frente al proceso de posconflicto y la instauración de un verdadero proceso de paz.
En el artículo “Desaparición forzada y violencia sexual contra mujeres en Putumayo, Colombia” Ana Carolina Guatame y Ovidio Delgado visibilizan a las mujeres que han sido desaparecidas forzadamente en este departamento como resultado del conflicto armado, los obstáculos institucionales que han enfrentado los familiares de los desaparecidos para el acceso a la justicia, y la estrecha y profunda relación causal entre el contexto socioespacial y territorial, el modelo de desarrollo socioeconómico y político, el conflicto social y armado y la violencia contra las mujeres.
“El multilateralismo en América: estrategia del dominó en la Guerra Fría” es el título escogido por Liborio González para presentar un estudio en el que nos muestra cómo el miedo al comunismo y su conexidad con los hechos del 9 de abril de 1948 en Bogotá, sirvieron de excusa a Estados Unidos para introducir al país en el contexto de la Guerra Fría, comprometerlo con los organismos creados en dicho marco —la Organización de Estados Americanos (OEA) y el Tratado Interamericano de Asistencia Recíproca (TIAR)—, alinearlo con el bloque occidental de poder y mostrarlo, junto a los otros países del continente, como garante de la seguridad que necesitaba ostentar ante la potencia enemiga. Bajo el título “Protocolo de Minnesota. ¿Tiene carácter vinculante para el Estado colombiano?” Rafael Palencia examina la importancia de dicho instrumento en la investigación de muertes sospechosas de ser ejecuciones extrajudiciales, una de cuyas modalidades es el asesinato que generalmente sigue a la desaparición forzada de personas. Al ser obligante para Colombia, como lo demuestra este estudio, sus directrices se convierten no solo en una pretensión legítima de quienes se desempeñan en el ejercicio jurídico de representación de víctimas, sino que su implementación como debida diligencia permitirá hacer efectivas las garantías judiciales, la protección judicial y, con ello, el debido proceso.          
Luis Bernardo Díaz Gamboa en el artículo “El laicismo en Rafael Uribe Uribe” destaca el valor de este caudillo liberal que ya en 1911, en su Ensayo sobre las cuestiones teológicas y los partidos políticos en Colombia, sentó las bases de un Estado doctrinariamente aconfesional, idea que solo quedó plasmada ocho décadas después en la Constitución de 1991.

El tema de las víctimas y su estatus en el estado de Baja California (México), tratado por Sergio Gilberto Capito, María del Rosario Molina y María de Jesús Soto, nos acerca muy brevemente a la dimensión que este problema ha adquirido en el país azteca en los últimos años, y nos presenta la necesidad de homologar la legislación local con la federal, algo que viene intentando la sociedad civil con la presentación de un proyecto de ley que atiende las distintas necesidades de las víctimas de delitos y violaciones de derechos humanos.
La vulneración de los derechos económicos, sociales y culturales de que son víctimas en Colombia las personas en situación de desplazamiento (11.6%) por causa de la violencia ejercida por los grupos armados, y el reto que implica para el Estado implementar programas que garanticen el goce de tales derechos en aspectos como la vivienda, el trabajo, la salud y la educación es el tema tratado por Carlos
Andrés Torres.
En “La mediación: un espacio para mitigar los efectos del bullyng”, Ruby Stella Jaramillo analiza el acoso escolar, fenómeno agudizado en los últimos años en las aulas de clase; su diferencia con la violencia; las características que determinan a los actores que generalmente intervienen en situaciones de este tipo: los acosados o víctimas, los acosadores o agresores y los espectadores; y presenta la mediación y el diálogo como formas efectivas en la resolución de los conflictos que anteceden a esta clase de conductas.
Pedro Alfonso Sánchez vuelve sobre el presupuesto territorial. En esta oportunidad se detiene en el ciclo presupuestal, concretamente en las fases de programación, preparación, presentación, estudio y aprobación del proyecto, finalizando con la ejecución y control del presupuesto, etapa que incluye su seguimiento y evaluación.
La realidad de la juventud rural que termina la educación media y no tiene acceso a la educación superior es abordada por Elvis Joel Pinzón, a partir del caso específico de los jóvenes de Tununguá, un municipio de Boyacá, Colombia. Esta situación les implica ver frustrado su proyecto de vida y las aspiraciones de su familia, de ahí la importancia de la formulación y ejecución de políticas públicas que hagan efectivos los postulados constitucionales y los principios de la Ley General de Educación en cuanto a que este es un derecho inclusivo que, por lo demás, está llamado a contribuir en el desarrollo del país.

DÍDIMA RICO CHAVARRO       
Editora

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