Articulación de la investigación con la formación estudiantil y las actividades profesorales
La
característica esencial de las instituciones de educación superior es que su
campo de acción es el conocimiento. Estas instituciones se caracterizan por el
ethos y telos de la cultura académica. Son instituciones en las cuales se
reconocen como valores fundamentales la solidaridad y la responsabilidad en el
trabajo y el compromiso con el conocimiento; en ellas se recoge la tradición
escrita del saber universal, se argumenta con fundamento en razones y
conocimientos, se respetan las condiciones del diálogo y del trabajo
colaborativo, se construyen proyectos de acción basados en conocimiento
elaborado, se exploran sistemáticamente las distintas estrategias y sus
consecuencias posibles, se evalúan sistemáticamente las realizaciones y se pone
el conocimiento al servicio de la solución de problemas concretos de la
sociedad.1
La inversión y seguimiento a la
implementación de los planes de mejoramiento continuo de la calidad
institucional y especialmente del Programa de Derecho, es uno de los grandes
desafíos de la Facultad, tendientes a optimizar el servicio al estudiantado, en
términos de contribuir efectivamente desde la promoción de la cultura académica
investigativa al desarrollo de políticas y acciones que mejoren las condiciones
y el bienestar de vida de las personas, los grupos poblaciones y vitales,
definidos por sus diversidades, sus entornos y ambientes.
Con
base en el proyecto educativo institucional (pe i),
el Programa de Derecho, desde hace varios años lidera en nuestra universidad el
reconocimiento por parte de la administración, de un cambio en el quehacer
profesoral que se ponga a tono con las capacidades, sentires y expectativas del
estudiante, quien en general, “obedece a lógicas múltiples y contradictorias
entre sí” propias de un mundo en el que irrumpen razonamientos que remueven
tradiciones de pensamiento y sistemas cerrados de conocimiento.
El entorno, la realidad social y las nuevas formas de producción del conocimiento, el avance de la ciencia, la tecnología, las tics, así como su aplicación e impacto social, llevadas al escenario académico universitario pasan necesariamente por el reconocimiento del tiempo de formación independiente del estudiante, como núcleo central del proceso de enseñanza aprendizaje y su vinculación con las actividades profesorales.
El entorno, la realidad social y las nuevas formas de producción del conocimiento, el avance de la ciencia, la tecnología, las tics, así como su aplicación e impacto social, llevadas al escenario académico universitario pasan necesariamente por el reconocimiento del tiempo de formación independiente del estudiante, como núcleo central del proceso de enseñanza aprendizaje y su vinculación con las actividades profesorales.
El
sistema de créditos al que responde la educación hoy, como medida de trabajo
del estudiante, exige visualizar el tiempo de formación independiente, que no
consiste solamente en expresarlo numéricamente en términos de horas a cargo del
estudiante, o en reducir la Presencialidad en el aula de clase y poner en él o
ella toda la responsabilidad de su aprendizaje. El tiempo de formación
independiente requiere desarrollar instrumentos y fortalecer desde la gestión
administrativa y académica una serie de actividades y recursos pedagógicos y
didácticos, que desarrollen en el estudiante, hombre o mujer, las competencias
paradigmáticas (fundamentales y disciplinares), situacionales (entorno y
contexto), investigativas (lectura de realidades y narrativas), operacionales
(cómo transformar objetos y situaciones) y comunicativas (información,
relaciones de convivencia solidaria) y conviertan la universidad en una aula abierta
y en escenario de comunicación participativa que incida en los contextos
locales, nacionales e internacionales2.
Esas
actividades de autoformación, encaminadas a fomentar el libre desarrollo de la personalidad del estudiante en términos de “autonomía
e identidad personales”, que se expresan en el proceso de aprendizaje, requieren
de estrategias concertadas entre los diversos actores que conforman la
comunidad universitaria y pasan necesariamente por la redefinición de las
funciones profesorales, que relacionen estos procesos bajo un enfoque
investigativo, cuyo reto principal es articular docencia con extensión y
gestión académica en torno de la consecución de productos y resultados que
puedan ser divulgados.
En
ese aspecto, el rol de la profesora o profesor de la Autónoma se vincula al
reconocimiento de las funciones de docencia, investigación, extensión, y la
introducción de una nueva característica que se suma a la definición del factor
profesoral, la gestión académica, antes valorada marginalmente y que aún hoy
cuesta apreciar, a pesar de ser un componente sustancial. Se requiere, hay que
admitirlo, un mayor compromiso investigativo sobre el desarrollo de esta
característica, tanto por parte del profesorado como por el sistema académico y
administrativo; en buena parte, el avanzar hacia un modelo de universidad que
asuma la investigación como uno de sus ideales pedagógicos y reafirme la filosofía
política que la caracteriza, depende de decisiones estratégicas en materia de
gestión académica integral.
Las
crisis y problemas de la sociedad no son sólo locales sino y ante todo tejidos
por enjambres globales de factores sociales, económicos, políticos ambientales
que, dada su diversidad, requieren de sistemas educativos que se aproximen en
sus fines a la “investigación acción participativa” como la llamó Orlando Fals
Borda, para asumir de manera integral el desarrollo de la ciencia y la
tecnología. Más que un método de inserción del espéculo de la persona
investigadora en una realidad, asumir un modelo investigativo en las nuevas
formas pedagógicas es, ante todo, la inclusión voluntaria y comprometida de la
profesora o profesor como indagador de la realidad contextual de su quehacer,
como parte del ser social sujeto de situaciones a mejorar, con las dinámicas
propias del territorio donde habitan los problemas y surgen las necesidades.
Desde
el enfoque investigativo al que le estamos apostando en la Facultad, todas las
actividades del profesorado se conjugan alrededor de un método contextual para
generar conocimiento y, por tanto, deben ser expuestas y divulgadas como
resultados investigativos posibles de medir mediante indicadores de proceso y
de producto. En ese aspecto, el trabajo de investigación se escalona en grupos,
líneas, áreas y redes conformadas por varias áreas del saber de los distintos
programas de las facultades. Esta malla, por su importancia institucional y
personal, reclama no solo la participación sino la visibilización de esos
productos, misión que atiende nuestra revista.
El
reto está en cómo articular y entregar a la comunidad resultados y productos
que alrededor de los grupos de investigación conjuguen la investigación
curricular, observatorios, semilleros, proyectos de investigación, monografías
de grado y de pregrado, especializaciones y tesis de maestrías y doctorados.
Con base en el artículo 63 del acuerdo 407 es posible coordinar desde un nodo
investigativo la producción de las tesis de maestría y doctorado; pero también
es urgente reformar el acuerdo 407/2002 (estatuto de investigación de la FUAC), de manera que la aprobación de los proyectos
sea más integral, abierta y flexible frente al método de diseño y exposición de
la investigación en tanto proceso continuo y dinámico.
Agradecemos
a todas las actoras y actores de esta publicación el compromiso generoso y
solidario con el desarrollo y promoción de su filosofía política: contribuir al
desarrollo de una democracia constitucional, pluralista y garantista de los
derechos fundamentales y la cultura de paz; así como el reconocimiento y
visibilización de la producción intelectual e investigativa de la comunidad
universitaria. Nuestro agradecimiento también a los miembros de los comités editorial
y académico por apoyar este esfuerzo, a los árbitros por su objetividad, y a
todos los que en las distintas etapas del proceso aportan a la calidad
científica y editorial.
También
celebramos que Criterio Jurídico
Garantista sea en este momento incentivo y motor de eventos académicos de
distinto orden que, a su vez, retroalimentarán las próximas ediciones. Hablamos
del Segundo Congreso Internacional de Derechos Humanos a realizar en noviembre,
en cuyo marco el Presidente de la Universidad presentará el “Instituto
Internacional de Derechos Humanos”, de próxima constitución; de la “Cátedra
Educación para la Democracia y la Paz” liderada por el maestro Carlos Gaviria
Díaz, que se implementará en el segundo semestre; y del “Encuentro Internacional
por los Derechos de la Naturaleza”, que tendrá lugar en el mes de septiembre en
el marco de la Construcción del Movimiento Mundial de los Pueblos sobre el
Cambio Climático y los derechos de la Madre
Tierra,
2011, y que contará con la presencia de representantes de las embajadas de
Bolivia y Ecuador. Desde estas páginas extendemos una cordial invitación a
acompañarnos con este proceso.
2.
Cruz Rincón, Jaime. El rol y el ejercicio de los sistemas educativos a
distancia, en las próximas décadas. Siglo XXI. Documento de trabajo, julio
2006, pág. 12.
Comentarios
Publicar un comentario